SOBRE MANIFESTACIONES Y REIVINDICACIONES:
Día 9 de Mayo de 2013, nueva manifestación
contra la LOMCE y esos “gravámenes adicionales” –entre otras cosas- debido a la
“desaceleración transitoria” impuestos en la educación, cotorreada por el
partido gobernante. Digo el nueva, porque ya van unas cuantas, las que, en un
Estado democrático con un gobierno serio, debieran ser suficiente para por lo
menos, plantearse que algo no se está haciendo bien.
Cuando una civilización quebranta el
principio de continuidad consustancial a la democracia (o ese debiera de ser
uno de los principios inherentes al modelo pretendido), ésta comete en el error
de caer en el dogmatismo. Aquí el error humano de haberlo permitido, es decir,
hemos consentido y por ende apoyado, una coacción del progreso, aquello que
eligieron nuestros antepasados griegos dos milenios y medio antes. Aplaudimos pues
el cíclico disparate. Presupongo que la inteligencia es connatural en el
vertebrado superior, pero erro. Seré un optimista empedernido. Sea como fuere,
no voy a dilucidar “lo muy bien” o “lo
muy mal” que lo está haciendo este gobierno. Mi planteamiento se bifurca hacia
el factor movilización, y es más, sin ahondar, invitando a la reflexión.
La población se moviliza. Esto desde
un punto de vista político debemos verlo como un fracaso. Pero debemos ir más
allá aclarando que siempre va a haber cierta movilización por lo extremo del
pensamiento con el consiguiente encasillamiento, unos allá, otros acá. Lo que
yo llamo el maniqueísmo político cavernario en el que, si bien yo estuve hace
tiempo, superé felizmente. Ya dilucidaré y criticaré esto en otro momento.
El
kit de la cuestión se plantea en la movilización en sí. Debiéramos preguntarnos
en primer término individualmente, y en segunda instancia colectivamente, el objetivo
de nuestra movilización. ¿Qué queremos?, esta pregunta cobra mucha importancia
cuando al salir a la calle, encuentras diferentes facciones pugnantes de
obtener algo en su opulento beneficio. Una huelga, por definición es una Interrupción colectiva de la
actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar
ciertas condiciones o manifestar una protesta. En contraposición existe la
llamada huelga revolucionaria, que en su definición respondería a propósitos de subversión política, más que a
reivindicaciones de carácter económico o social. Objetamos que negar la
cesura entre éstos dos términos, huelga y huelga revolucionaria construye
unidades saltando sobre sus diferencias, y que la vitalidad del entendimiento
humano no depende aglomerar sino de separar, distinguir y matizar. No debemos dudar
que la estupidez extrema identifica los sujetos a partir de sus predicados,
deduciendo de su común blancura una identidad entre la nieve, la cal y la pasta
de dientes. Así, no merece omitirse que este tipo de operación mental cunde
cuando las cosas han sido reducidas previamente. Nada se puede considerar más profiláctico
que discernir lo heterogéneo de lo análogo, lo parejo y lo accidentalmente
afín. Una secuencia podríamos descomponerla en planos o escenas
cronológicamente desordenadas, pero el nervio, la esencia del asunto reaparece
aquí y allá, imponiendo al montador del film transformar sus coincidencias en
casualidades.
Con esto, pretendo que se vea un
concepto bicéfalo, donde debemos elegir en común acuerdo el objetivo. Estamos
mezclando lo humano, con lo político, y esto en una huelga, mutila su fin. Mi
crítica y no me dilato más, es pues al banderismo y el faccionismo huelguil. Esto
no me representa, ni debería representarnos:
Buscamos un derecho común humanitario, una Educación con mayúsculas, no un
espectáculo mitinesco para éstas sectas que se comportan como tal equiparando
su labor a la del gobierno, es decir, sectarismo.
Ésta rémora para la democracia,
espanta ciudadanos de a pie como yo y otros muchos más que no acudimos a
manifestaciones porque simplemente NO ME REPRESENTAN.
Pablo Rodríguez.
¡Qué razón hay en tus palabras!
ResponderEliminarGran hacierto al señalar el maniqueísmo político en el que la gran mayoría de españoles se hayan inmersos, además del sectarismo que se propaga y arraiga en nuestro país; perdiendo el ideal su significado y pintando cualquier pensamiento de un color concreto e inamovible.
Bien lejos nos encontramos en mi opinión, de un estado verdaderamente democrático en el que el gobierno se deba a la razón. Enhorabuena por el blog, da gusto leer entradas como esta.